miércoles, agosto 14, 2019

Entre Dios y el Diablo


Y en ese momento, Él tuvo que decidir, de qué lado se encontraba, de la luz o de la oscuridad, ya estaba ahí, no había vuelta atrás, tenía que decidir, entonces miro hacia arriba, donde estaba la luz, vio una gran multitud de gente feliz y dichosa conforme con lo que tenía, tenían que estar felices al fin y al cabo estaban gozando de la dicha eterna, los veía sonriendo y abrazándose entre ellos, luego miro hacia abajo, y no vio nada, la oscuridad era total, él pensaba que vería gente sufriendo y gritando entre llamas, pero no, no vio nada, escuchaba algunos murmullos, pero nada más, completa oscuridad, un vacío extraño, incierto, profundo.
Al frente en la distancia, aparecía la gigantesca, descomunal y blanquecina estatua de una mujer envuelta en una túnica blanca, la que lo miraba fijamente, su mano izquierda apuntaba hacia arriba, hacia esa luz que iluminaba su cara y su torso y su brazo derecho se perdía en la oscuridad del abismo junto con el resto de su cuerpo, dando una clara indicación de que este era el lugar, en ese momento tenía que decidir.
Entonces El recordó su pasado, recordó a esa mujer que amo, recordó el día en que la conoció, era una hermosa tarde, llovía fuertemente, pero cuando él la vio todo se ilumino para él, todo dejo de importar, recordó que era feliz antes de conocerla, que la inquietud que ella le produjo y de cómo el rechazo de ella lo hizo sufrir, sufrir como nunca, como si hubieran arrancado el corazón de su pecho y un vacío se apoderara de su ser.
Recordó las locuras que hizo para poder verla, de las mentiras y excusas que se inventó con tal de poder estar un segundo con ella, de cómo poco a poco conquisto su corazón, de cómo llegaron a ser una feliz pareja y de como ella un día se fue sin mirar atrás.
De cómo siguió su triste y melancólica vida pegado a una botella sufriendo por ese amor que lo dejó y de cómo poco a poco y con el transcurrir de los días se hizo más fuerte, de cómo se volvió a enamorar y de cómo la vida era un ir y venir de ilusiones y sueños.
Miro de nuevo a la estatua, como desafiándola, pero interiormente aun no sabía qué lado escoger.
Recordó el tedio que le producía el día a día del trabajo, de cómo hubiese querido salir corriendo y disfrutar la vida antes de encontrarse allí, solo, solo con los recuerdos de su vida.
De repente mirando hacia abajo creyó divisar en la distancia uno de sus antiguos amores, uno de tantos con los que paso momentos de alegría y algunas decepciones, entonces entendió.
En ese momento miro de nuevo las dos opciones, la felicidad segura y la oscuridad incierta.
Y salto, salto al fondo del abismo, y mientras caía y pensaba en este abismo oscuro mientras pensaba que toda su vida estuvo rodeada de incertidumbre, no veía porque ahora no, pensaba que el arriesgarse le trajo mucha felicidad, mucha más de la que le hubiera traído el quedarse quieto, seguir la línea y no actuar, si, también le trajo dolor, pero en eso consiste el vivir, sufrir y buscar la felicidad.
Después de caer y caer y recordar y seguir cayendo, comenzó a sentir un calor que lo rodeaba, sintió que se dormía y de repente despertó, despertó rodeado de algunos médicos, de sus hijos y de la mujer que más amaba.

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